En primer lugar, hay que ser bien en claros respecto a la
imposibilidad de explicar algo como la formación de la Tierra únicamente
mediante el uso de nuestra imaginación. Es decir, todos podemos inventar las
más diversas historias fantásticas para explicar algo como ésto, pero lo cierto
es que no podemos explicar la formación de la Tierra desde un punto de vista
filosófico o metafísico, sí desde un punto de vista científico, recurriendo a
la teorización desde pruebas, lógica y claro, realidad.
Ahora bien, para explicar cómo se formó la Tierra, es
necesario situarnos hace más de 4.500 millones de años en el tiempo, en un
momento en el que el Sistema Solar estaba en formación. Obviamente, no podemos
disociar la Tierra del Sol y el resto de planetas del sistema, pues su origen
está estrechamente relacionado con éstos, tal como sus movimientos en el día de
hoy.
Hace unos 4.600 millones de años, el Sistema Solar estaba en
formación y era una nebulosa de polvo y gases que se había condensado en una
parte de la Vía Láctea. Parte de esta masa se convirtió en una esfera
incandescente, el Sol, y otras masas se formaron a su alrededor, comenzando a
orbitar alrededor de él: los planetas. Entre ellos, por supuesto, encontramos
la Tierra.
ORIGEN DE LA TIERRA
En su origen, la Tierra era simplemente una masa
incandescente como el Sol, pero con el correr del tiempo su exterior se fue
solidificando poco a poco, hasta dar lugar a la corteza terrestre tal como la
conocemos hoy: el suelo sobre el que estás parado. En el proceso de formación
de la Tierra, los volcanes jugaron un papel central, y con sus erupciones
hacían que las masas de lava aumentaran el espesor de la corteza, al tiempo que
generaban muchísimos gases.
Estos gases se depositaron alrededor de la corteza terrestre
y dieron forma a lo que se conoce como Atmósfera I. Esta atmósfera dista mucho
de ser la que conocemos hoy, pero junto a los impactos de meteoritos que
llegaron desde el espacio exterior permitieron la formación de agua en estado
líquido. Con el paso del tiempo, evolucionó hasta conformar la atmósfera
actual. Esta permitió la formación de vida, y aún hoy nos protege de impactos
de meteoritos, los vientos solares y nos permite conservar la temperatura y
características climáticas de nuestro planeta.
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