Todo comienza un 25 de mayo de 2007, una noche fría y que no daba esperanzas de ser sorprendente. Me encontraba junto con unas amigas en una fiesta organizada por gente de mi colegio.
Al comienzo de la noche todo estaba muy aburrido, hasta que observé a dos chicos en un rincón, observandonos a mis amigas y a mi. Mis amigas se enloquecieron al observar al chico rubio, mientras que yo me fijé en el morocho que estaba a su lado. Lo observé toda la noche.
Una de mis amigas se había interesado también en él y bailaron una canción. Le comenté a mi amiga que ese chico me había llamado mucha la atención, ella me lo presentó y bailamos.
Conversamos el resto de la noche y al final me robó mi primer beso. Sentí algo muy especial, desde el principio.

Desde esa noche no dejamos de hablarnos. Pero de un día al otro cambiamos totalmente. Terminamos y pensé que todo quedaría ahí.
Con el tiempo nos dimos cuenta que era imposible estar sin el otro. Lo que nos jugó siempre en contra fue la “simple” razón que somos muy iguales, personas calcadas.
Volvíamos y terminábamos, pero lo que sentíamos y expresábamos era único.
Yo traté de personificar a las personas como “él” pero por supuesto… era imposible volver a encontrar otro “él”.
Siendo tan chica, sufrí y disfruté tanto junto a él. Es el recuerdo más lindo que tengo. Hasta hicimos la promesa de que nuestra primera vez fuera juntos.

Él se puso de novio muchas veces más después de mi, pero luego de un año de habernos conocido nos reencontramos estando él de novio. La tentación, el amor, el recuerdo, las ganas de estar juntos… nos venció. Un beso nos perdonó las idas y vueltas, los sufrimientos y las mentiras hacia nosotros mismos cada vez que nos separábamos.

0 comentarios:

Publicar un comentario